martes, 1 de septiembre de 2009

No es negro todo lo que brilla


Decía Jorge, no ha mucho, lo bien que se lo pasó leyendo Millenium.

Como autorcete la envidia me corroe cuando un autor, ni que esté muerto, vende las burradas que ha vendido Larsson. No lo puedo soportar.

Pero es que tampoco soporto la novela negra actual. Me parece una mierda, y lo voy a demostrar (otra cosa es que la gente se divierta leyendo gilipolleces, yo sin ir más lejos, gusto de ver Donde Estás Corazón), pero llamemos a las cosas por su nombre: gilipolleces.

Me leí las últimas páginas de la trilogía. Es lo que hago siempre con este tipo de Best Sellers. Si algún despistado me pregunta de que va, le suelto el final y le digo que no es una mierda del todo.

¿Por qué es una mierda? ¿Por qué estoy tan enfadado?

Por inveraz.

Una cosa tan literaria como el mal, como el delito, no debería servirse en contextos tipo millonario con conocimientos avanzados de bricolage que se monta una checa en el sótano. Refinados psiquiátras caníbales especialistas en El Canaletto. Tramas de snuff, conspiraciones internacionales… Gilipolleces.

Uno, que ha sido redactor de sucesos, sabe que la delincuencia es, ante todo, miseria humana. Explotación, salvajismo, polis puteros que se meten donde no deben, mafias de seguratas para el control de obras, tráfico de ilegales, drogas por un tubo y ante todo y sobre todo testosterona, bronca alcohólica, pechera y navajazo, eso y una abrumadora burocracia al servicio del statu quo y el orden social establecido… Absolutamente nada que ver con los contextos donde se sitúan la inmensa mayoría de las tramas de la novela negra actual. Ni magnates, ni rubias ninfómanas… Lumis de a 30 la mamada, negros matándose a mordiscos por la farola donde campará su nigeriana, confidentes ajustándose las cuentas. Polis que pasan de todo. ¿Es que acaso este show les parece poco?

Eso por el lado penal.

Por el lado civil, no hay nada que un buen testaferro no te apañe. Con eso y buenos notarios lo más que te pasa es que te inhabiliten para concejal. Bueno, sí, en una de malas (hasta los tontos lo saben) queda con la mujer de la limpieza encargada del juzgado y suéltale 200 por fregar tu por ella una tarde, te vas directo a donde está tu expediente y lo cambias de despacho pintando con boli en el clasificador “archivar”. No hay que ser tan bruto como en Marbella, que quemaron el juzgado y el pirómano apareció chafado en el suelo tras “caer” de la azotea. Ni por supuesto tomarse la molestia de cepillarse periodistas (salvo que seas Putin, entonces sí).

Los Larsson y compañía escriben ciencia ficción en estado puro. Y para eso yo me quedo con el Neuromante, con el cibertrhiller, que encima está mejor escrito. Pero no es ese el problema, el problema es que estas novelas de “amor, gore y lujo” que se venden como “negra” desatienden un nicho literario de valor incalculable.



Lean a Leo Malet, a Vázquez Montalban, a Jaume Fuster… Ese pedazo de novelita que es El Triunfo, del fallecido Casavella, incluso el Laberinto de las Aceitunas de Mendoza. Eso es novela negra, lo demás mariconadas.

El principal cagón es Marlow. Chandler escribe a lo grande, perfecto, de modo que mientras en América los matuteros del whisky se mataban por las esquinas, Chandler escribía de ricachos enredados en corruptelas. Para darle sal al tema, va una ninfómana y le pregunta al detective si tiene algo para chupar, estoico, Marlow la aparta con indiferencia (¿sabe que su señora –la legal- le dejará sin un duro si se entera, o es que se acaba de masturbar, o es que es gay?); hay que ser un genio para que esta escena tan cutre funcione fuera de estos tres parámetros.

Con anterioridad, Poirot, Sherlock, Marple, Dupin (los grandes, con permiso de Maigret y Ripley) concebían la novela de crímenes como un pasatiempos intelectual, cualquier asomo de realismo era aniquilado en aras de la diversión. ¿A quién se le ocurre reunir a sus 10 enemigos en una isla y apiolarlos uno por uno? A nadie, ya puestos, echa matarratas en el cocido y a otra cosa. Pero mola.

La cosa cambia cuando vas de desvelador de la supuesta realidad.

Es aquí cuando la novela negra pierde el norte y se convierte en chorrada. Por así decir, pasamos de Lanzarote del Lago a Palmarín de Irlanda en el Congo belga. Infumable.

En el fondo, el éxito de Millenium se basa en la moraleja, “los ricos también pringan”, unas gotillas de gore y sexo, otro tanto de tecnothriller y un misterio de pacotilla. Es “novela rosa social”, un Donde Estás Corazón del Trhiller, un superventas no muy distinto que el Código Da Vinci o Los Hombres de Paco… Lo que sea menos novela negra.

La novela negra debería inspirarse en la realidad, no tergiversarla.

O sea, me quejo de que esto no es novela negra. No sé que es.


Luis Besa

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Luis, el anciano aleman que secuestro a su propia hija, la encerro en un sotano que el mismo habilito como "hogar", tuvo varios hijos/nietos, era economicamente solvente y lo hizo durante muchos años.
Creo que se puede decir que era un malvado delincuente que no llevaba una vida cutre.
Estos son los casos que hacen creibles este tipo de novelas, esto y que la inteligencia, el dinero y las relaciones pueden ayudar a que nunca nos enteremos de la realidad.
A mi me gusto Millenium, las que recomiendas tambien.

Jorge dijo...

¡Jo Luis! que solamente dije que me lo pasé bien.
Me gustó, disfrute, y me parece buena literatura. Y a mi me redescubrió la "mítica" Suecia, con tanta podedumbre como cualquier otro país.

Besa dijo...

La verdad que me he pasado… Pero (además de la envidia, y ya ves tu, el pobre Larsen, el jodío) odio este tipo de historias… Claudio las llama Hardboiled y creo que eso es una diferencia importante. Para mí la novela negra, la buena, debe ser extremadamente realista (o sea, novelizaciones del sumario y poco más, la violencia debe ser exacta, anatómica, la que es, no inventarse jamás ni una gota de sangre de más). El gore como excusa literaria me parece abominable.
Vereis, todo este despotrique tiene una razón de ser. La banalización del dolor y el sufrimiento. Un día, viendo en la tele un report de Chechenia, de golpe, sin avisar, van y sueltan a unos fedayines degollando en vivo a cuatro soldados rusos.No tuve reflejos para cambiar de canal. Me quedé ahí colgao, viendo como les degollaban puñalada tras puñalada, lloriqueando como niños (Señor, señor, por favor, por favor, lloraba un ruso, no tendría ni 20, y lo peor de todo, es quelo mismo venía de violar chechenas) unos, riéndose los otros como siestuvieran en los toros. Son cosas que preferiría no ver.
Una hermana trabaja en cosas de la justicia, mira que habrá visto críos muertos y levantado cadáveres, de todo (en general, para el que no lo sepa, tienen un aspecto irreal, como ropa con volumen empapada en sangre y hedionda)… Pues dice quelo peor de lo peor fue una degollación fedayín en vídeo que un colgao mandaba a su ex para acojonarla y que tuvo que visionar para un sumario. Bufff.
No tíos, matar a la peña no tiene nada que ver con estas gilipolleces que salen en las novelas. Es más parecido a un documental de lobos devorando ovejas. Donde va a parar. Desde entonces no puedo con la violencia entendida como entretenimiento. Pero no me lo tengáis en consideración, es manía personal. Y por favor, que no penséis que me parece mal que leais esto o aquello, cada cual es libre, o os sintáis con la necesida de justificar gustos… Yo hablo por mi. Y si la novela negra no es un calco de la realidad, cuando ya tira para el gore… no mola.

jorge dijo...

Vale, pero ¿que me dices del austriaco y el yanki que han tenido secuetradas muchos años a su hija o a otra, con ensañamiento, violaciones,...
La realidad suele superar la ficción.
¿Que me dices de cuando los fascistas toreaban a los republicamos en la Plaza de Toros de Badajoz?
¿Gore?

Besa dijo...

Los tres casos de secuestro a largo plazo tienen unos perfiles muy similares. Clase media, aislamiento social, un expediente mental bastante notable, y vecinos muy pero que muy cobardicas o muy pero que muy tontos o muy pero que muy poco chafarderos. Desde luego, si mi vecino tiene un harén en el sotano, mi mujer se entera, vaya si se entera…. No es nadie la Puri!!!!

Claudio Cerdán dijo...

Os dejo solos este verano y mira la que montais...

Estoy de acuerdo con Besa en que prefiero el realismo de dos yonkis matándose a navajazos por una papelina de caballo, que a los aristócratas que ocultan pasados infumables (y eso que amo las novelas de Lew Archer).

Sin embargo, no me parece mal del todo que existan. Siempre han convivido la novela enigma con la negra, y a veces hasta se han confundido.