lunes, 27 de octubre de 2008

¿Qué leemos?

El pasado sábado el diario Público, ofreció los datos de su publiscopio dedicado a lo que leemos, quiénes leemos, con cuanta frecuencia, e incluso si leen más ¡¡los ateos que los católicos!! Qué sí, que es verdad la pregunta, y además los ateos leen 13 puntos más que los católicos.
Una primera conclusión es que se confirma que las mujeres leen más que los hombres; qué el libro más vendido es El niño con el pijama de rayas, con 910.000 lectores, de los cuáles ¡ojo al dato! 295.000 no llegan a los 30 años. En fin, mirarlo detenidamente puede ser interesante.


Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención ha sido la columna de Eva Orúe, colaboradora habitual del periódico, en la que señala:

[...] Por eso, me gusta creer que quienes hoy se adentran en universos preñados de peligros terrestres y extraterrestres, desentrañan enigmas en varias lenguas muertas o retan a todos los cofrades del mal pueden, llegado el momento, embarcarse en la aventura definitiva: leer libros exigentes, pelearse con la verdadera literatura.
He aquí una persona del mundo de la cultura, con blog incluido, que sabe de lo que habla. Con esta afirmación se ha cargado el 80% de la narrativa actual, y no se si incluir en eso de libros "exigentes" a la divulgación, el ensayo,... Estos de la gauche caviar, son la repera.
Bueno, aún me quedan algunos años de vida (supongo) para poder embarcarme en esa aventura definitiva. ¿Alguno me acompaña?

Jorge Ruiz

viernes, 24 de octubre de 2008

Ofertas y saldos

Había pensado: "necesito un par de libros para el próximo fin de semana". Y ¿dónde comprar a estas horas de la noche y que los tenga para el martes? Claro, efectivamente en

No, no es publicidad, pero los que leemos mucho y vivimos en lugares remotos, rurales o nos cuesta salir de casa, tenemos una bicoca.
Bien, veo las novedades y según desciendo me encuentro a la izquierda con un letrerito, ofertas. Veamos, veamos y... ¡sorpresa! hay 241 títulos en oferta de todo tipo de géneros y subgéneros, con unos precios desde los 3,75 €, para libros de cierta entidad formal en números de páginas y encuadernación.
Suelto el ratón y me quedo mirando "pasmao", igual que cuando estás escribiendo una novela y levantas la mirada del teclado, ves la pantalla y te dices "y cómo sigo". Algo parecido.
Salvo error u misión (que dicen los contables) solamente hay tres o cuatro autores españoles, que su editorial ha saldado/ofertado sus títulos, lease Timun Mas, Minotauro,... Los demás son extranjeros. Libros editados hace dos años o menos.
Bien, he aquí mi reflexión: si tengo 241 libros con precios desde 3,75 ó 4, ó 6 €, ¿para qué gastarme 22 € en una novedad que van a saldar en dos años? Si además tengo todos los éxitos de autores extranjeros ¿para qué comprar una novedad a 22 € de un autor español?
¿Fue un fracaso editorial y por eso se salda? la respuesta la tendrán los autores, pero se me ocurre que hay una parte de premeditación, ya que al aumentar la tirada, baja el coste por unidad con lo que se puede recuperar en el saldo lo invertido, además de eliminar los gastos de almacenaje (muy caros actualmente).
Me parece muy triste para un autor (que quizás haya cobrado 2.000 ó quizás 3.000 € por su original) encontrase ese libro que con tanto esfuerzo consiguió parir (ver la entrada de Tobías Grumm) saldado en el primer circuito, porque hay otros posteriores, en el mejor de los casos, si no es que sucumbe bajo las voraces cuchillas de la guillotina.
Tecleo el número de la tarjeta y compro una oferta y una novedad. Esta porque quiero leer a ... ya que me han hablado muy bien él y no me apetece esperar dos años.

J. L. Muro

miércoles, 22 de octubre de 2008

A pesar de Savater...

...existen las catedrales. Las de verdad y las de ficción. Nuestro flamante Premio Planeta 2008, se estiró con esa máxima de que "[...] ni catedrales [...]" salen en su novela. Bueno, pues para ir contracorriente (porque Planeta es mucho planeta), voy a dejar aquí unas pinceladas sobre la novela Un mundo sin fin, de Ken Follet.
Me la regalaron (es posible que nunca la hubiera comprado), y una vez en mis manos, me dije: ¿por qué no? Vamos a meterle mano. 1.180 páginas pesan lo suyo, y más en tapa dura. Esto lo digo porque no es un libro para leer en el metro.
Como es fácil colegir, es la continuación de Los pilares de la Tierra, obra sin duda de gran éxito de crítica y público (que ya es decir, juntar las dos cosas).
La acción principal se desarrolla en la misma ciudad de Kingsbridge, 200 años más tarde, y aunque la catedral se encuentra presente en toda la novela, no es lo principal de ella. Si es cierto que nos encontramos con construcciones -un puente, casas, hospital e incluso todo un planeamiento urbanístico de una isla que para si lo quisiera el pocero. Ken Follet ha elaborado una obra monumental donde encontramos una crítica feroz al cinismo de la Iglesia de la época, con su control sobre la población inglesa. El prior Godwyn representa la antítesis de Merthin, el constructor. Dos personajes en los que a través de sus enfrentamiento, el autor nos va mostrando la evolución feudal de Inglaterra.
He aquí otra faceta muy destacable del texto. Los campesinos, o más bien los semiesclavos de los señores feudales entretenido en sus cacerías y juegos de guerra, que aspiran simplemente a sobrevivir. Y de ellos destaca otro gran enfrentamiento en la novela, el que se da entre Ralph (hermanos de Merthin) y Wulfric, un campesino al que siempre le sonríe...la mala suerte, el destino o la pertenencia a una clase social. Me recordó a Moritz, el personaje central de La hora 25, llevada al cine con una memorable actuación de Anthony Quinn.
El oficio de Follet, le permite enlazar sin ninguna ruptura las distintas subtramas de la novela. En ellas, además de las ya señaladas, encontramos una historia de amor dibujada sin remilgos con escenas cargadas de erotismo. La protagonista de esta historia, Caris, una monja que lucha por hacerse un lugar como persona (lo cuál no sería poco en aquella época), se enfrenta a las sucesivas plagas de la peste, que asolaron Europa.
Las aventuras guerreras de Eduardo III por tierras de Francia, son una excusa perfecta para formular una crítica feroz a las atrocidades de la guerra. La necesidad de Caris de encontrar al Rey para...(dejemos algo para la lectura del libro), permiten a Follet diseccionar los argumentos que pudieran existir para defender las aventuras guerreras por "quitame allá esas tierras".
Personalmente he disfrutado de la lectura del libro, ya que salvo un momento en el primer tercio del libro, el conjunto engancha al lector.
Sin embargo, también creo que lo sobrarían perfectamente 200 páginas, especialmente en las que se recrea en ciertos tejemanejes de monjes y personal de mal vivir.

Carlos Muñoz

Ciencia-ficción versus fantasía: la igualdad en la desigualdad

Siempre se ha diferenciado entre el Género Fantástico y la Ciencia-Ficción, como si fueran dos entes o asuntos distintos.

No obstante, en las revistas de relatos y en ciertos colectivos se emplea el término “Fantasía y CF” o, más completo aún, “Fantasía, Terror y CF” para englobar todo un tipo de literatura, no definido con exactitud, pero reconocible por la mayoría de los lectores.

Si no nos estamos volviendo locos, todo esto lleva a la conclusión de que la CF y la Fantasía tienen mucho más en común de lo que creemos. Sería interesante analizar por qué la Fantasía y la CF no son líneas paralelas, sino líneas que se interceptan innumerables veces, y que incluso pueden fundirse en una sola.

Cuando se estudia a fondo la cuestión, la clave es que la Ciencia Ficción y el Género Fantástico son lo mismo, pero contado de distinta manera. Son la igualdad en lo desigual. O, dicho con más exactitud, la CF forma parte del Género Fantástico. La Fantasía, el Terror Sobrenatural y la CF (entre otras cosas) serían tres ramas de un mismo y gran árbol.

A partir de ahora se tratarán de argumentar dichas conclusiones.

El Género Fantástico debe su propio nombre a que en él se producen hechos fantásticos, hechos sobrenaturales, capaces de romper, dislocar o trastocar las leyes físicas y naturales que rigen nuestro mundo.

Eso es lo que también ocurre en la CF.

No encontraremos un libro de CF que no viole las leyes naturales, que no viole la estructura de la realidad. Alguien podría decir que eso no es cierto porque se pivota sobre el eje de la Ciencia. Pero no es así. La CF pivota sobre una Ciencia ficticia y fantástica, no la Ciencia real y constatable que usamos y conocemos.

Si tomáramos una novela que describiera la creación de la oveja clonada Dolly, y contara el proceso desde un punto de vista científicamente riguroso, no sería CF. Sería un ensayo científico o una novela de narrativa realista protagonizada por científicos. Pero si tratamos una sociedad en la que se clonan seres humanos en masa, ello automáticamente entraría dentro de la CF. ¿Por qué? Porque se ha hecho una fantasía de la Ciencia: aún no existen modos de clonar un ser humano y por tanto se ha creado un hecho sobrenatural a fuerza de “estirar” nuestra Ciencia hasta límites sobrenaturales, que rompen y dislocan el mundo que conocemos. En definitiva, tenemos un hecho fantástico bajo la coartada y el disfraz de la Ciencia.

En ocasiones, la CF ni siquiera se preocupa por su verosimilitud científica. Nadie diría que Star Wars es una obra de Fantasía, pero sin embargo en ella la Ciencia queda tan destrozada y aniquilada como en una obra de magos y dragones: naves espaciales que disparan láseres, alienígenas por doquier, estruendos de explosión en el vacío del espacio… ¿Qué tiene esto de científico? Nada. Entonces, ¿qué hace a SW CF y no Fantasía?

Pura y llanamente: la Estética (segundo enmascaramiento del hecho fantástico; el primero fue la Ciencia). Lo que cambia es la apariencia: trajes, armas, utillaje, ambientes… Se enmascara el hecho fantástico bajo una estética futurista: láseres en lugar de espadas y flechas, generadores antigravedad protoatómicos en lugar de hechizos de segundo nivel, alienígenas del planeta XR-32 en lugar de trolls u orcos, batallas galácticas en lugar de batallas campales... Ciencia en lugar de... Magia.

En una gran parte de la CF, la Ciencia tiene la misma función que la Magia. Cuando un mago lanza un conjuro, sabemos que eso no puede ocurrir en un mundo científico. Pero en el mundo de la novela sí es posible porque en él existe la Magia. De manera análoga, si una nave espacial surca el hiperespacio y recorre años luz en segundos, eso es imposible en nuestro universo. Pero en la CF ocurre porque hay... ¿Magia? No. Porque hay CIENCIA.

La CIENCIA es el ente todopoderoso que permite los cañones de fotones, escudos de energía, generadores antigravedad, cerebros positrónicos, viajes en el tiempo, psicohistoria y muchas otras maravillas irreales. Hablo de CIENCIA en mayúsculas para distinguirla de nuestra Ciencia cotidiana, mediocre y anodina, la de los laboratorios desangelados, operarios con bata blanca, simulaciones por ordenador y mediciones interminables.

La CIENCIA, en la CF, es FANTASÍA.

Pongamos dos ejemplos ilustrativos. El viaje en el tiempo, si lo realiza un mago, es Fantasía. Pero si lo hace una máquina que funciona por impulsos de protoneutrinos negativos acelerados, es CF. Si un mago lleva a cabo un hechizo para dominar la mente de otra persona, es Fantasía. Si lo hace un telépata creado por Asimov, es CF.

La CF se alimenta de una tecnojerga que incluye una mezcla de términos tecnológicos reales con otros inventados: hiperespacio, moto-jet, psicohistoria, cerebros positrónicos, antigravedad, terraformación… El lector entra en ese juego y los acepta como reales y científicos. Pero son tan fantásticos como un Hechizo de Fuego o La invocación de Yog-Sototh.

La Fantasía se desnuda ante lo irreal, lo acepta, lo abraza y lo proclama a los cuatro vientos. La imposibilidad es su seña de identidad y su orgullo.

La CF, en cambio, trata de disfrazar lo irreal de real, intenta explicar lo inexplicable, medir lo que no es mensurable. La seña de identidad de la CF es el enmascaramiento de su Fantasía implícita, pues la viste con el disfraz de Ciencia y de posibilidad científica. La CF niega cualquier atisbo de Fantasía: no puede haberla. No debe haber nada que la CIENCIA no pueda explicar.

Otra diferencia entre Fantasía y CF es que aquélla siempre mira “hacia el pasado”, mientras que la CF se proyecta “hacia el futuro”. La Fantasía presenta entornos medievales o de la Antigüedad. Como mucho, entornos del presente. Pero no futuros. En la CF el hecho sobrenatural sucede en el futuro, en un ambiente “futurista”. Tal vez suceda en el presente, pero en un presente que repercutirá poderosamente en su propia actualidad, que la hará avanzar más rápido de lo que debiera. De ahí que en sus comienzos a la CF se la llamara “Literatura de Anticipación”, porque trata de anticiparse al propio futuro. ¿Y cómo lo hace? Con una fantasía a la que disfraza de Ciencia.

No quiero con esto desprestigiar a la CF, pues debe mantener todas estas características que la hacen tan atractiva y tan... (¿por qué no decirlo?) mágica. Es más, la CF tiene que funcionar de este modo y no de otro.

De manera análoga, la Fantasía debe respetar sus propios cánones, pues resultan pueriles esos libros en los que hay una especie de ciencia matemática para la Magia, una normativa de hechizos y contrahechizos, como si estuviésemos leyendo un recetario de cocina. El buen autor de Fantasía ha de mantener la magia y lo sobrenatural teñido de cierto misterio, conseguir el equilibrio entre la verosimilitud y el enigma indescifrable que supone la Magia en sí misma. Del mismo modo que en la CF no puede haber Magia, sino CIENCIA, en la Fantasía la MAGIA no puede transformarse en Ciencia.

La CF y la Fantasía no deberían ser enemigas. En el fondo comparten la sana intención de hacer escapar al lector del mundo tiranizado por la ciencia cotidiana, por la tecnología, por lo que se puede medir. Ambas le llevan a universos en los que lo irreal es real, lo imposible sucede y por ello nos maravilla una y otra vez. La Fantasía y la CF, por basarse en hechos sobrenaturales, son escapismo en estado puro. El lector no sólo escapa del entorno cotidiano, sino incluso del mundo físico y científico que le rodea.

Por todo ello (recordemos el principio del artículo), la Fantasía y la CF casan tan bien en los subtítulos de las revistas de relatos. Por ello en las baldas de las librerías los libros de una y otra casi siempre están cercanos, a veces lomo con lomo. Es otra prueba de que en realidad la CF y la Fantasía son partes del gran GÉNERO FANTÁSTICO, dos ramas de un árbol que se nutre de lo sobrenatural.

Hasta ahora, al comparar Fantasía y CF, hemos visto la desigualdad en lo igual. ¿Por qué no ver también la igualdad en lo desigua.


Andrés Díaz

jueves, 16 de octubre de 2008

Bibliotecas

En estos dos últimos meses he pasado con más asiduidad por la biblioteca de mi barrio. He leído tres libros de autores distintos. Digamos que uno muy conocido, incluso a nivel popular, otro algo menos, aunque si por los sectores "leídos", y otro más que opino es bastante menos.
Vaya por delante que las obras eran de hace bastantes años (tanto escritas como editadas), y por cierto, muy buenas las tres. Sin embargo, estas reflexiones las hago al calor de la sensación que me ha producido revisar la frecuencia con que han sido leídos los citados libros. El haber coincidido con otros lectores, anónimos pero coincidentes en el placer de sumergirnos en las misma páginas.
Después, revisando las fechas en las que han sido cogidos en préstamo, me pregunto: ¿cuál es la frecuencia de lectura? y esos paréntesis en que el libro ha estado tranquilo en la estantería esperando que alguna piadosa mano se dignara escogerlo entre los miles de libros a su disposición, han sido por que el potencial lector ¿habrá estado enfermo? o ¿habrá existido algo especial e relación al autor? o...

En la imagen podemos ver la frecuencia en 2006 y el paréntesis del 2007. La verdad es que este autor ha tenido mucha suerte, el menos conocido estuvo año y medio sin que nadie se dignara escogerlo.
Bueno, vale, sí, os digo quienes eran: Asimov, Herbert y Simak y los títulos que seguro que sabréis adjudicar, fueron: Ciudad, Los propios dioses y El Experimento Dosadi.
Y por si hace falta decirlo, ¡ánimo y visitar las bibliotecas!

Jorge Ruiz

domingo, 12 de octubre de 2008

Los ilustradores en la ciencia ficción

Declaración de principio: para mi la ciencia ficción es un inapreciable instrumento para comprender un poco mejor el mundo que nos rodea.
No sólo transmite los conocimientos más actuales de la ciencia (sea cual sea su rama), si no las posibles aplicaciones que se puedan obtener de los mismos, en un futuro no muy lejano.
Eso sí, siempre de una forma entretenida, cumpliéndose la máxima: no hay nada mejor como aprender divirtiéndose.
La ciencia ficción se centra en la causa y efecto de un nuvo descubrimiento o creación científica. Creando la hipótesis, en el caso de que existiese o viese la luz, ¿que sucedería? y ¿cómo nos afectaría a los seres humanos?
La ciencia es la encargada de los pasos intermedios, es la que posee los recursos tanto humanos, económicos como técnicos para lograr determinado fin: un nuevo hallazgo o invento. Pero que estos factores se unan, permitiéndonos entender nuevos conceptos y conocimientos científicos de una forma fácil, es tan necesario como útil usar los ingredientes inherentes al cerebro humano. Nuestra capacidad de crear, unida a nuestra capacidad de preguntarnos el porqué de las cosas (como funcionan y como son).

Desde el amanecer de los tiempos, el hombre de una manera u otra, por un motivo u otro, ha ejercido la capacidad de pensar por si mismo, asimilando, adaptándose y comprendiendo la realidad. Usando en dicho proceso nuestros sentidos.
La vista, oído, tacto, gusto y olfato, al que yo me atrevería a añadir otro más, el de la imaginación aplicada. Ya sea para crear fuego con dos ramas, como para fabricar una caña de pescar, una herramienta para pelar la fruta, un arma para cazar, un símbolo o conjunto de signos para comunicarse, o una imagen para dar a entender o transmitir una idea o concepto.
Es aquí donde entra el ilustrador en la ciencia ficción. Proyectando, complementando y ampliando en imágenes, lo que una idea escrita trata o intenta dar a conocer o expresar. Desde las deidades del antiguo Egipto, pasando por los tapices critianos medievales, los murales renancentistas o cuadros impresionistas del XIX, desembocando en la tecnología digital más actual, los videojuegos, comics, story board, cortometrajes, videoclips,... podemos comprobar como el arte de ilustrar ha evolucionado con el ser humano, transmitiendo las ideas con una variedad de recursos y métodos tan amplios como su imaginación.
Me gustaría recordar que la belleza es siempore belleza, cualquiera que sea el medio para expresarla. Palabras, imágenes, sonidos, esculturas, aromas, sabores o movimientos. Sintetizando, el ilustrador nos permite no sólo explorar, si no viajar más allá de nuestra realidad cotidiana, ya sea pasada, presente o futura.



Desde los primeros comics de Marvel, Vértice y muchas más, pasando por la animaciones de dibujos japoneses, Mazinger Z, Comando G, Ulises 21, hasta la obras de arte actuales como Akira, Ghost in the Shell I y II, Appleseed, Steamboy o Final Fantasy VII Advent Children, por citar algunos ejemplos. Sin ignorar el mundo del cine que ha evoluconado desde 2001 odise Espacial, el mítico Star War, Alien, Blade Runner, Matrix,...
Desde luego hay más títulos y obras maestras. Impactantes en verdad son las ilustraciones creadas en los 70, con aerografía, de H. R. Giger creando un antes y después en nuestra percepción visual de la ciencia ficción. Obras como Biomecanoide, Necronimicon o Lily sientan un precedente difícil de olvidar.
O con las magníficas ilustraciones y decorados de Syd Mead, en Blade Runner, considerados por muchos como la película más lograda de la ciencia ficción actual.
Paa finalizar recomiendo que visitéis la página de cgsociety.org donde se muestran trabajos de los mejores ilustradores de todo el mundo, donde se comparten e intercambian ideas, sugerencias y opiniones.
Personalmente, no concibo un auténtico mundo de la ciencia ficción, de lo que es y lo que puede ser, sin la inapreciable capacidad visual de sus ilustradores, que no es otra que invitarnos a ir un pasito más allás de nuestros límites personales.
Sin lugar a duda, todo un logro.

Gabriel Guerrero Gómez