miércoles, 4 de noviembre de 2009

José Luis López Dios


A resultas de la promoción que hicieron en la tele de Sigo como Dios, iba pensando hace unos días a qué actor español pondría en el papel de Dios. José Luis López Vázquez, me dije sin pensar. Y di en imaginarme a José Luis López Dios apareciéndoseme y, entre aspavientos y ojeadas libidinosas a las tetas al paso, encomendarme alguna misión desproporcionada.

“Si amigo Besa, sí… Me hace usted una catedral, pero una señora catedral, de-las-de-antes…” Me diría Dios, desencajando la boca en cada vocal y moviendo los ojos que parece un loco. “Pero…pero…”, alcanzo a farfullar. José Luis López Dios se planta, cierra los ojos y gesticulando histriónico me replica… “Ni pero, ni para, ni le-ches… Que tu no sabes con quién estás hablando, ojito, mucho ojito”. Y me ametralla a capones en el cogote, cual si yo fuera Luis Ciges o Manolito Lopez Bur.

Antiguamente, los cristianos visualizaban a Dios como un monarca de ojos severos en el centro del lienzo. Te movieras donde te movieras Dios te seguía con la mirada del juez Garzón (bueno, bastante más acojonadora que la de Garzón). Con el renacimiento llegó el Dios-Zeus, señor del universo, barbas luengas y canas al viento. Poco a poco los europeos hemos ido suavizando a Dios. No así otras culturas. Los árabes ni osan, supongo que los japoneses tienen un bello haiku caligráfico que traducido viene a ser “lo indecible”, los demás a saber…

Decía que lo vamos humanizando. Conforme la sociedad se torna laica, Dios empieza a encarnarse en gente normal que viste con chándal. En América, es habitual que Martin Sheen haga de presidente y Morgan Freeman de Dios. Morgan lo clava. Pero la verdad es que a la imaginería patria le pega más José Luis López Vázquez. De lo que se trata es de normalizar a Dios, humanizarle en extremo pero con un fondo sobrenatural. Y eso es lo que le pasaba a José Luis las más de las veces.

Servil hasta el bochorno, pegajosamente calenturiento, sobón, irresponsable, con esa patética propensión a dárselas de culto cuando lo único que ha leído es las cartas a la sexóloga de las revistas guarras. Un bocazas pardillo, un perdedor que juega a ser un aprovechado. Llama la atención que un sujeto de tamaña infracatadura moral haya devenido el estándar de español más querido y aplaudido. El reflejo esperpéntico del español medio ya le pongas de hijo de un marqués, periodista de provincias organizando el Día del Pobre o padrino pastelero de familias multitudinarias.

No hay por donde cogerlo.

Pero hay algo al final de sus ojos que hace que le presientas noblote. Huele bragas pero legal, servil pero entrañable, cobarde cual gallina pero bien capaz de regatearle al atracador pese a tener la navaja al cuello. No sé… Pero como que le veo haciendo de Dios. No me lo explico.

Luego se murió y soñé que sí, que en efecto José Luis López Vázquez era Dios. Se me aparecía y me ordenaba construirle un templo, me satisfacía algún delirio de grandeza que a la postre haría de mi un desgraciado, o me condenaba a no poder decir sino la verdad y esas cosas que suele antojársele a Dios en las películas.

En mi sueño terminé en lo peor: José Luis López Dios me mandaba lo de la catedral. Me lo suelta Morgan Freeman y me acojono hasta el infarto, o me abrumo y lloriqueando le digo que yo no, que vaya donde mi hermano que es aparejador… Pero siendo José Luis me lo tragué… Total que pensé que una catedral de las de antes seguro que no me salía ni en diez vidas, pero una nave en el polígono, con algún detallito meritorio en plan chapuzas, un punto macarra con su letrero en inglés que ponga “Catedralation”… Sin licencias de obras ni nada, claro… pero su barecito y sus santas escandinavas en bikini marcando un culo escandaloso… Una cosa sin pretensiones, con su armadura medieval de hojalata, toros disecados, calderos gallegos de cobre por aquí y platos “recuerdo de Cuenca” por allá, pues ya sería yo más capaz, vaya que sí.

Y fijo que al cabo de lo convenido bajaría José Luis López Dios y, a punto de estallar de satisfecho, me diría: “Sí señor, una catedral como Dios manda”, con los ojos desorbitados clavados en el culo de las santas...


Luis Besa

1 comentario:

Besa dijo...

Perdón... Perdón...
Manolito Gómez Bur, que me lían.