“Si amigo Besa, sí… Me hace usted una catedral, pero una señora catedral, de-las-de-antes…” Me diría Dios, desencajando la boca en cada vocal y moviendo los ojos que parece un loco. “Pero…pero…”, alcanzo a farfullar. José Luis López Dios se planta, cierra los ojos y gesticulando histriónico me replica… “Ni pero, ni para, ni le-ches… Que tu no sabes con quién estás hablando, ojito, mucho ojito”. Y me ametralla a capones en el cogote, cual si yo fuera Luis Ciges o Manolito Lopez Bur.
Antiguamente, los cristianos visualizaban a Dios como un monarca de ojos severos en el centro del lienzo. Te movieras donde te movieras Dios te seguía con la mirada del juez Garzón (bueno, bastante más acojonadora que
Decía que lo vamos humanizando. Conforme la sociedad se torna laica, Dios empieza a encarnarse en gente normal que viste con chándal. En América, es habitual que Martin Sheen haga de presidente y Morgan Freeman de Dios. Morgan lo clava. Pero la verdad es que a la imaginería patria le pega más José Luis López Vázquez. De lo que se trata es de normalizar a Dios, humanizarle en extremo pero con un fondo sobrenatural. Y eso es lo que le pasaba a José Luis las más de las veces.
Servil hasta el bochorno, pegajosamente calenturiento, sobón, irresponsable, con esa patética propensión a dárselas de culto cuando lo único que ha leído es las cartas a la sexóloga de las revistas guarras. Un bocazas pardillo, un perdedor que juega a ser un aprovechado. Llama la atención que un sujeto de tamaña infracatadura moral haya devenido el estándar de español más querido y aplaudido. El reflejo esperpéntico del español medio ya le pongas de hijo de un marqués, periodista de provincias organizando el Día del Pobre o padrino pastelero de familias multitudinarias.
No hay por donde cogerlo.
Pero hay algo al final de sus ojos que hace que le presientas noblote. Huele bragas pero legal, servil pero entrañable, cobarde cual gallina pero bien capaz de regatearle al atracador pese a tener la navaja al cuello. No sé… Pero como que le veo haciendo de Dios. No me lo explico.
En mi sueño terminé en lo peor: José Luis López Dios me mandaba lo de
Y fijo que al cabo de lo convenido bajaría José Luis López Dios y, a punto de estallar de satisfecho, me diría: “Sí señor, una catedral como Dios manda”, con los ojos desorbitados clavados en el culo de las santas...
Luis Besa
1 comentario:
Perdón... Perdón...
Manolito Gómez Bur, que me lían.
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