lunes, 27 de abril de 2009

La piel de la envidia



Va para un año me regalaron la Piel Fría, de Sánchez Piñol, en una bonita edición conmemorativa de Edhasa de tapa dura y regusto clásico. Qué bonito libro. Para entonces yo ya le tenía una manía considerable a Sánchez Piñol.

La envidia.

¿Les parece poco motivo una novela exitosa fantástica y bendecida por toda la crítica mundial?¿Por qué él sí y otros (sin duda igualmente meritorios) no? Además, el argumento se me antojaba un cagarro, una revisión lovecrafiana de “La cosa del pantano”… ¿Y una novela así era lo mejor que había pasado en la CF en años?... Pues sí que estamos buenos. Hay que decir que no soy envidioso siempre, sólo lo normal (a veces hasta me alegro del éxito ajeno). Pero mira por donde, la había cogido perra con Sánchez Piñol

Total, que si no puse la Piel Fría en el cesto para la biblioteca pública de buenas a primeras fue porque el libro era bonito. Y ahí andaba, tirado por casa, hasta la pasada semana. Tras una racha de lecturas de doctísimos ensayos de la mayor trascendencia, el cuerpo me pedía “serie B”. Y en esto cojo el libro de la peor manera, ciego de envidia y dispuesto a ensañarme en los defectos y debilidades de la Piel Fría.

La primera impresión no fue nada mala. Un ritmo conradiano, una prosa ajustada al contexto histórico, un enigmático inicio que suscita mil preguntas… Pero pronto conseguí el objetivo inicial de encontrar alguna fisura en la que cebarme. Allá por la página 30 me sorprendió la brusca transición al contacto del prota con los monstruos. “Oh qué mal”, me decía con sonrisita de suficiencia, “que tonto es este Sánchez Piñol, pudiéndolo hacer así, lo hace asá (ji, ji)”. Además, que el prota se llame Batiscafo (¿qué pasa? ¿qué el autor nos toma por subnormales?)… Para mayor felicidad del envidioso, el primer pliego del libro se me despegaba hoja por hoja. Ya tenía, pues, lo que buscaba. No sólo era una novela corrientucha sino que, encima ¡las hojas se caían! (ji, ji, ji). Un envidioso no puede ser más feliz.

La cosa es que, no teniendo otro libro a mano, seguí leyendo. Y aunque envidioso de natural, siempre he sido celoso de mi salud mental, de donde procuro decirme a mi mismo la verdad, y la verdad, Besa, es que si la novela es un cagarro ¿qué haces mordiéndote las uñas y leyendo la Piel Fría como un poseso a la 1,30 de la madrugada? ¿Acaso era un thriller de estos mascado como la carne de pescuezo pero máximamente adictivo? No. ¿Entonces, un espasmo continuo de acción mutante que obliga al lector a pasar página cual poseso? Tampoco.

Me tuve que rendir a la evidencia… Estaba ante una magnífica e inteligentísima novela y había que seguir hasta el final…Y les advierto que superar las trampas que la envidia pone en la lectura de un texto no es nada, pero que nada, fácil.

El irlandés, el prota, llega a una isla remota donde se las verá con un enigmático náufrago vocacional y una situación de lo más jodida. Hasta ahí, la Piel Fría recuerda a “El Faro del Fin del Mundo”, de Verne, mezclada con “Enemigo Mío”, “Fort Apache” y “La Cosa del Pantano II”, sólo que en lugar de piratas o mescaleros, citaucas, anfibios antropomorfos que no paran mientes con tal de acabar con todo lo que tenga chicha. Sin embargo, tres o cuatro cosas diferencian radicalmente la Piel Fría de lo que pueda haber experimentado antes. En primer lugar, la tensión entre los dos humanos que, gradualmente, se traslada a la posesión de la sirena, generando un brutal triángulo amoroso de tintes mitológicos. En segundo lugar, el acecho, Sánchez Piñol no se ceba en la abundante acción pero la describe admirablemente. Y por último, el supermisterio. ¿Quién es Battis Caffó? Aquí hay que decir que al estar narrado en primera persona se sabe que Battis acabará fatal, pero el talento de Sánchez Piñol se impone a esta limitación.

La pregunta de ¿qué hace aquí Battís? ¿quién es este ser aislado en su burbuja y hundido en los abismos oceánicos?¿Por qué Sánchez Piñol no te lo explica?... Una duda que taladra el cerebro y se convirtió en el eje de mi lectura. Ahí estaba la clave, de donde el final, único posible e inevitable, me pareció un gran colofón. Me fascinan las novelas circulares. O sea que, resumiendo, encima de entretenida, inteligente y original, con alarde estructural incorporado. Llegados aquí, no queda sino seguir el consejo de Cruyff cuando Busquets le recriminaba que al jugar adelantado corría el riesgo de que le metieran gol desde medio campo. “Si te la meten desde medio campo, te giras y aplaudes”, zanjó el entrenador. Y esto es lo que hago, un caluroso aplauso.

Donde discrepo abiertamente es en la consideración de esta novela como la mejor de género fantástico escrita en España. Con todo el respeto, Sánchez Piñol está aún lejos de Perucho o Palol. Es una muy buena y original novela basada en un triángulo amoroso alrededor de una sirena hechicera de solitarios y con el aliciente formal de una circularidad argumental. Adictiva, bien escrita, ni le falta ni le sobra, exacta, recomendable, entretenida y, lo que más me gusta, con no pocas dosis de belleza. Ni más ni menos. ¿Dónde está lo que no encaja? ¿Por qué no es la novela genial que dicen que es? Pues por la liviandad del leit motiv filosófico, esa manidísima pretensión de positivar al “otro”, para terminar postulando que el enemigo es el “hombre blanco” en tanto que intruso. Si al menos Sánchez Piñol se limitara a ventilar esta tontada en quince rayas … Pero insiste e insiste… Como si ponerse en la piel del otro no fuera una de las más trilladas gilipolleces de los libros de autoayuda…

Cada día llevo peor las novelas con moralina.

Muerte a la moralina.


Luis Besa

4 comentarios:

Daniel Miñano Valero dijo...

¡Eso! Muerte a la moralina!
Estoy de acuerdo de que es un gran libro, en su día lo disfruté muchísimo. Casi aún mejor el siguiente de Sanchez Piñol: "Pandora en el congo".

Claudio Cerdán dijo...

A mí me gustó, pero al contrario que tú no tenía ninguna expectativa. Sólo sabía que era de terror y que el boca a oreja le había funcionado. Lo mejor: pasas páginas y páginas y apenas parece que haya avanzado nada, pero han sucedido miles.

C.

Eloi Puig dijo...

Lo mismo digo... si te gustó "La Piel Fría", fliparás con "Pandora al Congo"...

L. Besa dijo...

Es que no es una temática que me vaya mucho, la verdad. Leí la piel fría por cochina envidia, eso es todo. Ahora bien, hay que reconocer en Sanchez Piñol un maestro (pero tengo pendientes cosas mejores a priori, la verdad)