miércoles, 2 de junio de 2010

Mis razones para escribir (Ángel Mª González)


Quien escribe es porque tiene algo que decir y siente la necesidad perentoria de hacerlo. Es posible que actualmente se escriba mucho, quizá excesivamente: entrar en la biblioteca pública me produce el desasosiego de saber que necesitaría muchas vidas para poder leer siquiera unos pocos de los estantes repletos de libros que me rodean. ¿Para qué seguir escribiendo, pues? ¿Para qué seguir provocando desasosiego en los demás?

Tal vez la literatura no sea más que sueños “congelados” en tinta y papel (o en bits, por lo del libro electrónico). Contar historias a los demás es una necesidad ancestral del ser humano, una manera de ensanchar el mundo, de hacerlo más habitable. Es como si a los humanos nos afectase una especie de horror al vacío; para eso está el escritor, para difuminar los límites del mundo real y ampliarlo hasta casi el infinito con sus historias, con sus mundos reales o inventados, con sus vivencias extraordinarias que dotan a la vida de eso que tanto nos gusta: el “factor sorpresa”, al cual nos espera a la vuelta de una página de una novela cualquiera

Un día pensé que no deberíamos escribir más; que ya hay demasiados libros, que ya está todo dicho y todas las historias se han narrado ya, con todas sus variaciones. Lo que nos tocaría a continuación sería clasificar todos los libros escritos hasta ahora, conocerlos y disfrutarlos, desechar los que no sirven y ensalzar los mejores en los escaparates de nuestras bibliotecas y librerías.

Pero ¿quién está dispuesto a levantar los muros de ese olimpo cerrado de las letras? ¿Acaso puede alguien en sus cabales creer que ya está todo dicho? No. La literatura no es un corpus que pueda cerrarse. Mientras exista civilización será necesario que alguien escriba, porque escribir es, también, ordenar el mundo, explicarlo, entenderlo. Quizá por eso siga escribiendo algunas cosillas en el futuro…


Ángel Mª González

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