viernes, 7 de noviembre de 2008

Los Navegantes o cómo poner el listón muy alto



Intentar decir algo sobre Los Navegantes, de José Miguel Vilar-Bou, que no se haya dicho ya, parece bastante complicado. En la red se pueden encontrar opiniones enfrentadas. Incluso alguno parece tener viejas cuentas pendientes con el autor y que consuma su venganza copiando y pegando las mismas palabras de crítica allá por donde va.

Sin entrar a discutir sobre los posibles problemas mentales de algunas personas, aquí lo que se pretende es hablar sobre este libro sin mencionar a sus personajes, ni a Arialcanda, ni a la guerra y el amor tan presentes a lo largo de la historia. Tampoco se tratará el tema de la portada (que el autor me perdone), y no se va a hacer porque son muchos los que a lo largo de estos meses se han encargado de comentarlo.

Puede parecer que eliminado todo esto ya no queda mucho de qué hablar. Sin embargo, creo que es precisamente cuando lo quitas cuando ves la esencia que subyace en esta novela. Una esencia que te es inoculada a medida que pasas las páginas y que te ha envenenado por completo para cuando quieres darte cuenta. Una esencia de emociones en estado puro. Y eso es decir mucho. Convertir las palabras en algo más que una sucesión de letras y espacios en blanco es algo que no todo el mundo sabe hacer, o que no todos hacen con acierto, y resulta hasta molesta la facilidad con la que se maneja este escritor-periodista.

A veces no puedo evitar imaginarme al autor como un alquimista encerrado en su laboratorio secreto, mezclando esas palabras para transformarlas en sensaciones y servírnoslas como apetecibles aunque sean muy amargas. Porque si una cosa es cierta es que algunas de las cosas que se relatan a lo largo de sus 315 páginas consiguen que se te encoja el estómago. Un estómago que muchos creemos, estúpidos de nosotros, a prueba de bombas. Por suerte, Los Navegantes es una muestra, diría que contundente, de nuestra equivocación.

Tras haber leído esta novela del Grupo AJEC, pienso que somos muchos los que esperamos la segunda obra de este autor valenciano para comprobar si de verdad tiene el potencial que aparenta o si, lamentablemente, ha sido un golpe de suerte.

Por ahora todo apunta en la primera dirección ya que José Miguel Vilar-Bou parece moverse más que una cucaracha sorprendida por un foco. Además de publicar dos relatos en Historias Asombrosas, ha colgado de forma gratuita en su página (su blog es eldiablomedijo) muchos de los cuentos que han visto la luz hasta el momento (incluido el relato Después del orgasmo con ilustraciones de Anabel Zaragozí), y también participa en la antología del Grupo AJEC, 65 instantes, de próxima publicación.

En definitiva, mucho material que hará las delicias de sus admiradores, mientras otros seguimos esperando como quien espera el segundo disco del grupo revelación del año, a ver qué nos depara este autor en su siguiente trabajo de envergadura.

De todos modos, si lees esto con la intención de averiguar si Los Navegantes es una buena novela, mi consejo es que al igual que a mí me ha gustado y a otras personas no, en vez de confiar en las palabras de cualquiera que tenga un teclado y algo de tiempo libre, te leas el libro y te formes una opinión propia. Siempre será mucho más acertada.


W. Ahrendt

2 comentarios:

J.E. Alamo dijo...

Que los Navegantes es un pedazo de literatura que no lo dude nadie. Podrá gustar más o menos - a mí me encantó- pero su relevancia es indiscutible. Por cierto, también he notado que hay "alguien" que se dedica a denostar a José Miguel de manera sistemática. Las críticas se deben aceptar, tanto buenas como malas, pero cuando adquieren ciertas formas, está claro que sólo merecen desprecio.

Anónimo dijo...

A mí esas críticas me hacen gracia, por eso las menciono.

W. Ahrendt.