Recientemente, el gran director de cine Steven Spielberg ha anunciado su intención de adaptar en 3D “Ghost in the Shell”, y es que si existen obras en las diferentes disciplinas de la cultura y del arte que sientan un precedente o dejan huella, ésta es una de ellas.
Esta película de animación japonesa titulada “Ghost in the Shell” (traducido aproximadamente como “el espíritu en la concha”) es una película de gran impacto visual y de gran éxito mundial, inspirada en el comic manga del dibujante Masamune Shirow, autor de, entre otras maravillas, “Appleseed”. Este dibujante destaca por ser un apasionado de la tecnología, aportando en sus propios comics detalladas ilustraciones de las máquinas y ciborgs que aparecen en sus historias gráficas, dotadas de gran intensidad y ambientación. Si volvemos al film, vemos que el director las ha sabido reflejar con fidelidad en la película, incluyendo a sus personajes la impronta tan marcada que le da el dibujante en sus comics. Esta película, con antecesoras como Akira, demostró de lo que era capaz hacer el cine de animación, aportando una visión futurística que la tecnología visual del cine convencional, en su momento, aún no podía ofrecer en la gran pantalla. El propio James Camerón, director de la recientemente estrenada “Avatar”, no solo es un declarado admirador de dicho film, sino que se inspira en muchos aspectos de tu tecnología y forma de hacer las cosas.
Tanto el director de la película como el dibujante demuestran claros influjos de autores de ciencia-ficción como “Neuromante” de Gibson, “Yo, robot” de Asimov y, de forma más evidente, “Blade Runner”, en la digna continuación de esta maravilla de la animación titulada “Ghost in the Shell II: Inocence”. Y es que tanto el cine como el mundo de las novelas gráficas se nutren de las novelas de ciencia-ficción y estas, a su vez, de
Los diálogos de la película son de una profundidad sorprendente, demostrándonos cuán difícil es delimitar al ritmo que avanza la tecnología y su posible aplicación en los seres humanos (más concretamente en su material genético y organismos) la línea entre la supervivencia y la pérdida de nuestra humanidad en pro de una ventaja mayor, una mejora de nuestros cerebros con prótesis artificiales que nos permitan mayor capacidad de memoria, proceso de información, análisis etc.
De hecho, ya existen mentrodos que se pueden situar en nuestros cerebros para dar la orden a una prótesis robótica y hacer que ésta funcione. Esto es un hecho tecnocientífico real, cuya aplicación puede darse a pacientes con alguna minusvalía física, tetraplejia o malformación congénita de sus miembros. En estas creaciones no solo hay grandes aspiraciones clínicas en pro de la humanidad sino también, y cada vez más, grandes intereses económicos.
La historia de “Ghost in the Shell” nos sitúa en el año 2029, en Tokio (Japón), en una sociedad computarizada y automatizada hasta límites casi asfixiantes para el ser humano.
Un mundo donde los implantes cerebrales dotan a los seres humanos de unas prestaciones asombrosas, convirtiéndolos en ciborgs (organismos cibernéticos) que apenas se diferencian externamente de los seres humanos. La unión entre las conciencias humanas y los programas insertados en tales prótesis se les denomina “espíritus”. De ahí el título “Ghost in the Shell” (el espíritu en la concha). La concha se refiere, naturalmente, al cuerpo en parte humano y en parte artificial, que dota a quien lo posee de un nuevo paso evolutivo, aunque en contrapartida, el sujeto se despersonaliza y pierde parte de su humanidad. Esta dicotomía es llevada magistralmente en la historia por uno de los protagonistas:
La metáfora de una sociedad altamente tecnificada semejante a una jungla de redes de información, que incluso considera al ser humano como un conjunto de información organizada y consciente, (al fin y al cabo, el ser humano está formado y codificado por ADN, es decir, información). La película da qué pensar e impacta visualmente en el espectador, dejándole profundas resonancias y preguntándose hasta qué punto es capaz el ser humano de alterar su propia humanidad para obtener una ventaja mayor… simplemente disfrutadla.
Ficha Técnica
Película dirigida por Mamoru Oshii.
Duración: 130 minutos aproximadamente.
Guión: Kazunori Ito basado en el Comic de Masamune Shirow.
Director de animación: Toshihiko Nishikubo
Música: Kenji Kawai.
Producida por Shigeru Watanabe y Andy Frain.
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