De algún modo, desde Sirius se amplifican las voces de quienes apuestan por el formato electrónico como futuro del libro. Como de todas maneras lo que será, será, se aboga por depurar las estructuras comerciales de venta del nuevo formato y lanzarse a esta apasionante piscina como corresponde, de cabeza o en bomba, nunca jamás de barrigazo.
Sin embargo, hoy por hoy los dispositivos lectores no encuentran su espacio en el mercado, no existe consenso en cuanto a estándares, ni mucho menos en cuanto a precios. Una abrumadora mayoría de la industria se limita a esperar acontecimientos desde una posición marcadamente conservadora: si hay que ir se va, pero no seré yo el que mueva ficha, parecen decirnos.
En el trasfondo está el miedo de sustituir un modelo de negocio que funciona (de aquella manera pero funciona, sobre 6.000 millones mueve el sector del libro) por otro que sin embargo y hasta la fecha no ha sido nada bondadosa con la industria de
Ahhh….
Muy ilustrativa resulta la historia del CD. Allá por 1984 la industria musical disponía de un revolucionario formato con el que se pensaba, por un lado, abaratar costes frente al vinilo, por otro jubilar los tocadiscos y sustituirlos por lectores ópticos, y lo que conlleva, renovar discotecas enteras. Además estaba la espinosa cuestión de la piratería, el vinilo era fácilmente reversible a cinta cassete. Se consideraba que la digitalización acabaría con ese problema. Este era el modelo de negocio, renovar las discotecas privadas y sacar un soporte más barato y refractario a la copia privada.
A modo de vaselina se vendió la moto que el CD era un formato más duradero que el vinilo (lo cual es falso), de mayor calidad sonora (falso también) y más barato (más falso todavía, al menos no lo era en el punto de venta). Es igual, la cosa funcionó de maravilla durante casi diez años. Las multinacionales ganaron tanta pasta que prácticamente eliminaron del mercado a las independientes. Y entonces se popularizan los PCs grabadores reproductores (eso fue a finales de los 90) y empieza el fin. La música digitalizada era mucho más fácil de copiar que el vinilo, si antes para piratear un disco se precisaba grabar en analógico, o sea en tiempo real, con el CD podías “fotocopiar” cualquier trabajo en segundos. El mundo se pobló de chinos que ofrecían puerta a puerta los grandes pelotazos. Cuando irrumpe internet, algunos consideran que es la que faltaba y otros se aprestan a diseñar un nuevo modelo de negocio basado en el pago por descargas. Modelo que no termina de despegar. El sector estaría terminal sino llega a ser por las descargas al móvil. Esa es
El sector audivisual sigue el mismo camino en tanto la prensa escrita tampoco ni atisba un modelo de negocio que rentabilice sus ediciones digitales. Hablan de la publicidad en la red pero todos los que trabajamos en el sector sabemos que eso es una pura chorrada. Lo que pasa en la prensa es muy ilustrativo, un día se nos dice que todo en abierto a ver si ganamos difusión traducible en publicidad, y al otro se arría velas y se vuelve al diario online de una página con cuatro titulares, el resto a pagar. La única verdad es que el sector sigue viviendo de la venta en papel y de la publicidad en papel.
Este es un referente que da más miedo si cabe al sector editorial. Allá por el 97 muchos diarios se lanzaron a comercializar sus versiones electrónicas. Tan sencillo como cobrar una suscripción por descargar un ejemplar del diario del día. Resultado, desastre total. Ponlo al precio que quieras, es igual, este modelo no funciona. Y fuera de este modelo a nadie se le ocurre como sacar pasta de un periódico digital.
Así que, ¿cuál es el modelo de negocio? ¿Dónde están los números?
No los hay.
Es verdad que tenemos unos cacharrines novedosos que sin embargo no terminan de suscitar confianza ni entre el gran público ni a la propia industria. El problema básico es que tenemos un mercado acostumbrado a asignar valor cero a los contenidos electrónicos de índole cultural. ESTA ES LA COSA, internet = gratis = valor 0.
Ejemplo: ¿Cuántos de ustedes han pagado un duro por descargarse “Lost”? En gran medida, este “todo gratis” es inducido por las compañías de telefonía que son las que realmente rentabilizan internet. Mientras esto siga así, yo entiendo perfectamente al editor que a la sola mención del libro electrónico arruga el morro y maldice.
Una editorial es una empresa y la pregunta clave es y será siempre la misma ¿Cuál es el modelo de negocio? ¿Dónde está la pasta? ¿Cuál es mi plusvalía? El que acierte con la respuesta gana. Y la verdad es que es urgente dar una respuesta, de lo contrario vamos a la perversión del sistema, al cobro asimétrico de la banda ancha, es decir, facturar por megas de descarga y luego la compañía se apaña con el creador de contenidos, tal como pasa con los móviles. Si este es el futuro, apaga y vámonos. O una SGAE sobre la tarifa plana, todavía peor.
Ante lo cual dices. Virgencita que me quede como estoy y te esperas…
Luis Besa
2 comentarios:
Tengo en alta estima a Luis, hemos compartido mesa y mantel (menos los caracoles que se los comío todos), buenas cervezas, opiniones, ideas, iniciativas y algún libro que otro. Es uno de mis autores favoritos, pero en este tema, discrepo con él y todos los saben. Creo que torea en corto y yo tengo el pase más largo. A corto plazo él tiene razón, pero a medio y largo la tendré yo, aunque posiblemente no lo vea por motivos de edad.
Acordaros de mi, porfa.
Te tengo bien presente... no olvido que me obligaste a hacer una presentación virtual con una tecnologia que se había estrenado el día antes (el avatar con voz de SL).
Hombre torear en largo es más dificil que en corto. Está claro. Yo no quiero parecer un carca, simplemente, veo que no hay nada claro un modelo de negocio. Y sin eso...
Nota. Lo de los caracoles es que soy muy rápido comiéndolos, a ver... Os dí a todos las mismas oportunidades, ¿que culpa tengo de correr más?
Publicar un comentario