lunes, 22 de diciembre de 2008

Mazapán de coco


En el curro, cuando yo me encargaba del aguinaldo, estas cosas no pasaban. Botella de Dyc 8 años y embutidos, mejores o peores en función de objetivos y escalafón. Punto. Fui depurado en mis responsabilidades tras una conspiración del sector femenino. Los desastrosos resultados no se han hecho esperar, y este año nos ha tocado ¡una figurita de porcelana! ¿Es bonita, verdad?, me preguntó con candor la de Comercio Exterior... Debí poner la misma cara que ante un vídeo hospitalario de cómo operar almorranas, el caso es que, a última hora, se añadió al lote caña de lomo y fiambres variados de cerdo mangalica. (No tuvo poco que ver el rumor de que en contabilidad estaban organizando un concurso de lanzamiento de figurillas).

La verdad es que un periodista de provincias, aún de mi calaña, no se puede quejar con esto de los regalos navideños. Te caen de varios sitios, de donde en un buen año me proveo de vino para cinco meses. Vamos mejorando, las galletitas de coco y mierdas variadas que te daban antes (¡y encima, te tocaba dar las gracias!) van siendo suplidas en aras de un regalo institucional simple y agradecido: vino. Con todo, hay entidades cañís que siguen “erre” que “erre”, con el mazapán de coco de donde pienso que algunos consejos sobre cómo reciclar convenientemente estos “obsequios” pueden ser de gran utilidad.

Champán semidulce... servidor, aunque “català de soca i arrel”, el único espumoso que gasta es el tinto de verano. El Cava, en según que momentos muy puntuales, y siempre que sea extremadamente frío y seco, tira que te va... en el bienentendido que tiende a ser mejor el vinagre con Casera. La gente parece no darse cuenta de eso, de donde el sótano de casa está literalmente plagado de cavas dulces, rosados y de todo pelaje. Al objeto de dar salida al estock, estamos valorando el efecto de guisar estofados con champán... De momento las pruebas no son muy satisfactorias.

Galletitas de coco, mazapanes de colorines, polvorones de fresa. Nada, al cubo de la basura directamente. No se puede hacer nada con ellos. (Ya no los quieren ni en el Banco de Alimentos).

Licor Melody (de melón, manzana...). Muy apreciados para sacar coincidiendo con visitas de indeseables. Se aduce una extraña enfermedad que nos impide beber alcohol y se empieza a llenar el vaso de chupito del indeseable, cuidando que la copa esté siempre hasta el borde y mostrándose el anfitrión especialmente terco en instar a libar la tal maravilla. El indeseable se va a los cinco minutos y no vuelve nunca jamás. En Segovia, a mil metros y hielo garantizado en el parabrisas del coche hasta marzo, un uso alternativo es mezclar el licor con agua, llenar una garrafa y rociar con la mezcla el parabrisas. El hielo funde entonces con facilidad.

El turrón de Alicante del duro. Las muelas no me dan para tanto. Antes que probarlo para trampas de rata, es preferible regalarlo. Por ejemplo, es muy apreciado entre determinadas comunidades foráneas (se asocia a algún dulce local). Yo una vez cambié una tableta por un fenomenal y suculento plato de cus-cus.

Puros y farias. Se puede estudiar su empleo como obsequio a sobrinos menores de trece años, poniendo atención a que el menor se fume el cilindro hasta la colilla. Si el chico sale del empeño, nada que hacer, será carne de cáncer, pero si no, el puro se convierte en una sensacional vacuna contra el tabaquismo. Si no hay sobrinos menores, ¡no los tire!... Es material muy valorado en los geriátricos como elemento de contrabando y para putear a las típicas cacatúas que se chivan de que huele a tabaco en la 334. El tío abuelo le estará bien agradecido...

En fin, seguro que hay muchísimas aplicaciones más. Espero sus ideas.

Luis Besa

1 comentario:

S.C. dijo...

Lástima que no se haya celebrado el campeonato de lanzamiento de figurita. Podría haberse impuesto como nueva tradición navideña.
Mola.
Un saludo.