
Según sus propias palabras: “los seres humanos extirpamos, cada vez más, las criaturas vivas sustituyéndolas por creaciones artificiales humanas, lo cual en cierto modo no carece de fundamento en absoluto (tal como yo lo entiendo)”.
Lo que más llama la atención de sus representaciones creadas con aerógrafo, en especial las de los años setenta, es la facilidad que tiene Giger, para transmitir un oscuro desasosiego con las viscosas formas de sus criaturas, realizadas a su vez con una precisión de línea y detalle asombrosas. Muchas de sus obras resaltan la temática de la religión, pero sobre todo la del sexo en su grado más sórdido y letal. Sus obras emanan una inquietud y latente peligrosidad impactantes, golpeando la psique del espectador hasta lo más profundo de su consciencia.
Es curioso cómo en las restantes entregas de la saga “Alien” se desvirtuó la intención principal de su creador en la primera entrega, la de crear una criatura erótica, letal, oscura, fascinante e imprevisible, transformándola (estoy convencido de que muy a su pesar), en un arquetípico monstruo de serie B de usar y tirar. Es curiosa la falta de imaginación y creatividad tanto de algunos guionistas como directores y productores y el desconcertante desconocimiento de la obra de Giger y el potencial que aún encierra en la actualidad.
Este notable artista suizo no solo ha creado una criatura como Alien sino todo un universo onírico de criaturas perfectamente interrelacionadas y que muy bien podrían ser utilizadas para crear un mundo alternativo donde los Alien pudiesen ser una parte de una sociedad, por ejemplo, dominada por los biomecanoides. De hecho, en los años noventa hubo una compañía de videojuegos conocida como Ciberdreams, que sacó una videoaventura gráfica llamada “Darkseed” (semilla oscura) en la que un protagonista, a través del espejo de una habitación, podía penetrar en un mundo alternativo, completamente diseñado por Giger. Una auténtica maravilla de fondos creados por el pintor en cuyo formato de ordenador Amiga 500 se podían apreciar con nitidez y gran calidad sus obras (este ordenador, gracias a la configuración de sus cinco chips, superaba en imagen y sonido con creces en prestaciones a los pc 386 y 486 de
Lo que Giger nos propone es todo un universo que muy bien podría hacer nuestros mayores terrores realidad. Las deformaciones físicas de sus criaturas y su erótica deshumanización son una clara advertencia de en lo que muy bien podríamos convertirnos los seres humanos en un futuro no tan lejano, y es que la historia ha demostrado con creces que la realidad puede superar cualquier ficción, tanto para lo bueno como para lo malo…